Cambios en la piel durante el invierno

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Durante el invierno, la piel puede experimentar diversos cambios debido a factores específicos. Estos son algunos cambios comunes que ocurren durante esta estación:

  1. Sequedad: La piel tiende a resecarse durante el invierno. La piel seca puede sentirse tirante, áspera, escamosa y con picazón.
  2. Rugosidad: La piel puede volverse áspera, lo que resulta en falta de suavidad y una textura áspera. En ocasiones, incluso puede provocar grietas o fisuras.
  3. Picazón: La picazón en la piel puede causar molestias y una necesidad constante de rascarse, lo que puede irritar aún más la piel.
  4. Enrojecimiento: La piel puede verse roja, a veces acompañada de dolor o sensación de ardor.
  5. Labios secos y agrietados: Los labios pueden secarse, causando dolor, tirantez y malestar.
  6. Manos secas y ásperas: La piel de las manos puede resecarse, provocando descamación, agrietamiento y dolor.
  7. Mayor susceptibilidad a reacciones alérgicas: las alergias cutáneas pueden manifestarse como enrojecimiento, picazón, hinchazón y dolor.

¿Por qué ocurren estos cambios? Existen varias razones para estos cambios en la piel durante el invierno:

  1. Clima seco: La disminución de la humedad durante el invierno, combinada con la exposición al sol, puede acelerar la pérdida de humedad de la piel, agravando la sequedad, la tirantez, la descamación e incluso las sensaciones de escozor.
  2. Disminución de la actividad metabólica: Con temperaturas más frías, la capacidad metabólica tanto del cuerpo como de la piel disminuye. Las glándulas sebáceas producen menos sebo, lo que resulta en una menor protección de la grasa natural y una menor capacidad para retener la humedad. Además, la constricción de los microvasos en invierno ralentiza la circulación sanguínea, lo que provoca una dinámica celular insuficiente y una disminución del metabolismo. Un metabolismo más lento puede resultar en una piel más gruesa, menos absorbente y envejecida, con un aumento de las líneas de expresión y arrugas.
  3. Menor resistencia cutánea: El frío desvía la energía del cuerpo hacia la lucha contra el frío, lo que debilita otras funciones. La exposición alternada a temperaturas cálidas en interiores y bajas en exteriores puede causar un estrés considerable en la piel.
  4. Mayor exposición al polvo y a los alérgenos: El aire invernal suele contener más polvo, lo que puede obstruir fácilmente los poros y provocar brotes de acné o reacciones alérgicas. Además, los patrones de sueño irregulares, una dieta desequilibrada y los desequilibrios hormonales también pueden contribuir a la obstrucción de los poros y la formación de acné o comedones cerrados.

Por lo tanto, los cambios en la piel durante el invierno son causados principalmente por una combinación de factores como el clima seco, la disminución de la actividad metabólica, el debilitamiento de la resistencia de la piel y factores ambientales.

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